Uno de los beneficios de ser socio de Atalaya Golf & Country Club es la oportunidad de participar en numerosas actividades cada semana del año. Y no siempre son eventos relacionados con golf.

Como ejemplo, el pasado jueves 30 de mayo, una escapada especial atrajo a unos 41 socios, familiares y amigos de Atalaya. El evento fue un paseo por El Caminito del Rey.

Los participantes fueron recogidos en autobús en el aparcamiento de Atalaya un poco después de las 9:00 horas preparados para un día emocionante. La mayoría se sentían emocionados por lo que experimentarían.

La oportunidad de atravesar el «Camino del Rey» que cuelga a unos 100 metros sobre el embalse del Guadalhorce en la garganta de El Chorro no es un evento cotidiano. El Caminito se encuentra a unos 25 kilómetros hacia el interior de la ciudad de Málaga.

Desafortunadamente, a pocos minutos del viaje en autobús hacia el camino del Rey, el guía turístico Manu anunció que debido a las condiciones del viento, el Caminito estaba «cerrado» por el día. ¡Qué decepción para todos!

Todo parecía un poco surrealista, como ir a un concierto y enterarse de que el cantante principal ha cancelado en el último momento.

Sin embargo, nada de esto ralentizó la delegación optimista de Atalaya y el día avanzó según lo previsto.

La primera parada fue para tomar un café en el Restaurante Hostal El Cruce en Ardales (www.ardaleselcruce.com). La siguiente parada fue el restaurante y bar El Kiosko (www.restauranteelkiosko.com), desde donde todos caminaron por el túnel que conduce a la pasarela que da acceso a la entrada norte de El Caminito del Rey. El paseo pintoresco y agradable tiene una longitud de aproximadamente 2,7 kilómetros a lo largo de un camino sinuoso y con una suave pendiente de unos dos metros de ancho. El viaje de regreso a El Kiosko dio tiempo para imaginar lo que el día podría haber ofrecido si el Caminito en sí hubiera sido una realidad.

Siguió un almuerzo tradicional español en La Garganta, conocido como el «Balcón en El Caminito del Rey», (www.lagarganta.com). El restaurante/hotel está a poca distancia en coche de El Kiosko.

A lo largo del día, uno de los socios más festivos de Atalaya ofreció, como regalo especial para el disfrute del grupo, varias melodías de armónica. Incluso tocó una última melodía de despedida cuando el autobús llegó a Atalaya.

Todos estaban cansados y contentos. A pesar de que el día no fue como lo previsto, la experiencia será recordada por todos con mucho cariño.